Degustamos los vinos que Sebastián Bisole hace junto a su familia, en un proyecto que justamente se llama Los Bisole. Sebastián también comparte actualmente con su amigo Norberto Páez la elaboración de los vinos Paso a Paso, una serie de vinos microvinificados.
Los Bisole son diez vinos cuyas etiquetas tienen la particularidad de representar, mediante dibujos, a los miembros de la familia, asociando cada varietal con sus personalidades. El portfolio está conformado por 3 varietales (Malbec, Cabernet Franc y Petit Verdot), 5 blends de dos variedades (Pinot Noir/Petit Verdot, Merlot/Cabernet Sauvignon, Cabernet Sauvignon/Cabernet Franc, Bonarda/Malbec y Malbec/Cabernet Franc) y dos trivarietales (Cabernet Sauvignon/Cabernet Franc/Merlot y Malbec/Cabernet Franc/Petit Verdot). El varietal que representa a Sebastián es el Petit Verdot. El mismo Sebastián explica que “elegí el Petit Verdot para mí, porque es un desafío permanente trabajarlo y desarrollarlo como se merece”.
Respecto a las uvas, todas de la añada 2019 y que no son propias, son de El Cepillo (el ML, la BN y el CS) y de Chacayes (el resto). La producción es muy baja, solo una barrica para el MB, para el CF y para el PV y dos barricas para las variedades que se usan en los blends, lo que significa unas 3300 botellas. La vinificación es la misma en todos los casos: fermentación en barricas con racimo entero, 9 meses en barricas nuevas más 6 meses en barricas usadas para terminar un año en botella antes de salir a la venta. Los cortes se hacen antes de embotellar. Los blends son todos elaborados usando porcentajes iguales de sus componentes, excepto el corte de PN y PV que lleva un 75% del primero. En cuanto a las barricas, Sebastián usa roble francés en todos los casos, excepto para el ML y para el CS, en que usa roble americano para lograr una mejor amalgama con las piracinas de las variedades.
Nos comentó Sebastián que para el año próximo agranda su portfolio con dos vinos blancos, elaborados con uvas no tradicionales como son el Ugni Blanc y el Pedro Ximénez, y un naranjo, elaborado a base de Riesling y Verdicchio.
Yendo a los vinos, tuvimos oportunidad de probar 9 de las 10 etiquetas (solo faltó el bivarietal PN/PV) y lo destacable en todas ellas es una especie de 'marca' o 'sello' que las hace reconocibles, casi con seguridad por el cuidado proceso de elaboración que comparten. Aquellas elaboradas con CS y ML presentan un perfil vegetal, mientras que las producidas con MB, BN y PV son de perfil frutal muy marcado. El CF 'juega en los dos equipos'. En todos los casos los vinos son francos al pasar a la boca, con acidez media, taninos entre moderados a presentes, dependiendo del varietal, y un final prolongado. La madera se integra perfectamente. Muy bien logrado el corte bordelés a base de CS, ML y CF, un vino muy elegante. Mención especial, al menos para nosotros, para el varietal Petit Verdot, la etiqueta que lleva solo la cara de Sebastián. Riquísimo vino, de perfil netamente frutal, tanto fruta roja como negra, con sutiles notas herbales en una segunda nariz, muy franco en boca, uno de los puntos altos de la degustación.