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viernes, 11 de febrero de 2022

Degustamos los vinos de bodega Caelum

 El 26 de enero degustamos parte del portfolio de bodega Caelum de la mano de uno de sus dueños, Hernán Pimentel, quien nos acompañó desde Agrelo por videoconferencia, y de Marcelo Perrozzi. 

La bodega está en Agrelo, en una finca de 60 hectáreas, de las cuales 30 están plantadas con pistacho y las otras 30 con vides, aunque aproximadamente la mitad se usa para vinificar, el resto se vende a otras bodegas. Las variedades plantadas son Malbec, Cabernet Sauvignon, Torrontés, Chardonnay, Fiano, Pinot Noir, Montepulciano y Petit Syrah, estos dos últimos en menor cantidad que los primeros. Puede considerarse una bodega boutique ya que la producción anual es del orden de 70000 botellas, de las cuales aproximadamente la mitad se exporta. 

Caelum cuenta con una línea Joven, de cuatro etiquetas: un rosado (blend de tintas), un CH, un MB y un CS. Le sigue un línea Reserva con un MB, un CS y blend de Blancas y una línea Gran Reserva con cinco etiquetas, un MB, un CS, un PN, un blend de tintas donde predomina el Montepulciano y el único blanco de esta línea, 100% Fiano. El portfolio se completa con una línea de dos etiquetas dulces, una a base de MB y la otra a base de TR. Finalmente, la bodega también tiene su propia champañera desde 2015 donde elaboran tres etiquetas bajo el nombre Eclat: Plata, Reserva y Solera. El enólogo es Juan Ubaldini.

Empezamos la degustación con el espumante Eclat Plata, un extra brut a base de CH y PN que pasó 36 meses en contacto con lías. Resulta de una nariz muy potente que recuerda a pan tostado predominantemente. De burbujas muy finas, es muy refrescante en boca. 

De la línea Reserva, probamos el CS 2015, un vino 100% varietal, con fermentación en tanques de acero y 12 meses de crianza en barricas de roble francés de 2do a 5to uso para producir 10000 botellas. El perfil en nariz es claramente frutal (frutas rojas maduras), con un toque especiado muy sutil. En boca notamos una acidez media y taninos bien presentes, aunque no invasivos. De final medio.   

Pasamos a la línea Gran Reserva, de la cual degustamos tres de las cinco etiquetas. La novedad para muchos (nosotros incluidos) fue el Fiano 2018, variedad del sur de Italia con la que se elaboran 4000 botellas este vino (100% varietal) a partir de cuarteles seleccionados. La fermentación se realiza en barricas de roble francés nuevas y antes que comience la fermentación maloláctica se lleva a crianza por 12 meses en tonelería variada, pero siempre de roble francés. En nariz se presenta complejo, con notas no muy usuales, que recuerdan a la avellana y a la cáscara del melón, y otras que le aportan un perfil más herbal. En boca tiene una acidez marcada y refrescante, dejando un picor muy interesante hacia el final. 

Seguimos con el Gran Reserva PN 2019, otro vino 100% varietal del que se elaboran 3000 botellas solamente. En este caso, la fermentación maloláctica no se detiene y los 12 meses de crianza se dan en barricas exclusivamente.  En boca muestra un perfil frutal marcado que recuerda a frutas rojas, donde el paso por madera se manifiesta en forma de notas especiadas que combinan muy bien con las notas varietales. En boca se percibe una acidez media a media+, taninos muy suaves y final agradable. 

Terminamos esta parte de la degustación con el Gran Reserva Blend 2018, elaborado a base de Montepulciano (50%), CS (25%), MB (15%) y Petit Syrah el porcentaje restante, con un rendimiento de solo 2000 botellas. Cada variedad macera y  fermenta en barricas sin tapa, por separado, y la fermentación maloláctica y la crianza por 20 meses se llevan a cabo en barricas de roble francés nuevas. De naríz compleja, notas balsámicas, regalíz y especies se combinan para dar uno de los puntos altos de la noche. En boca resulta bastante franco, de acidez media a media-, taninos presentes y moderados y final prolongado. 

El último vino de la noche fue un TR dulce 2017 de la línea Nuvola Dolce, en donde los racimos son secados en una sala luego de cosechados hasta lograr una concentración de azúcar deseada producto de la deshidratación de los granos, un proceso que denomina appassimento. El vino lleva una crianza de 10 meses en barricas de roble francés y se producen 500 botellas al año con 80 g de azúcar por litro. En nariz predominan notas a cáscaras de naranja caramelizadas y en boca se aprecia la textura típica de un vino dulce.  


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